Inflación disparada
Por Sergio Mutis Caballero
Presidente Junta Directiva Grupo Valor y Directivo Cámara Colombiana del Acero
Cuando se produce aumento generalizado de precios, existe inflación. En Colombia, como parte de la política económica se establece una meta anual; para controlarla, el Banco de La República fija la tasa de referencia (tasa de interés de política monetaria, que puede ser en un rango), revisa su comportamiento de manera periódica y toma las medidas pertinentes. Pues bien, al igual que en la mayoría de países del mundo, la inflación en Colombia está disparada, ya que para nuestro caso el IPC está creciendo bastante por encima de la meta.
El promedio del IPC (Índice de Precios al Consumidor) anual en Colombia durante las tres últimas décadas rondó entre los siguientes valores: el 21,4% en los 90, el 6,0% en la primera década del presente siglo, y el 3,8% en la década pasada. Esto representa un mejoramiento evidente de la economía y en particular un buen control de la inflación. No obstante, por la pandemia y otros factores (algunos también globales), la inflación anual viene superando la meta objetivo en los dos últimos años y de forma consecutiva. De hecho, en el tercer mes de 2022, el IPC registró una variación anual de 8,53% según el DANE, superando el techo del 4% que el país se había planteado para este año; eso sí, acompañada de una reactivación sorprendente de la economía.
El Banco Mundial ratificó que los hogares más afectados con la crisis inflacionaria mundial son los de menores ingresos. Por ello, de forma audaz, el gobierno Duque aumentó el salario mínimo en el 10,07% para este año, defendiendo a los más pobres, pero a su vez la medida impactó en la inflación. Por su parte, la reactivación está demandando más bienes, lo que contribuye a que el costo de los productos se haya elevado en todo el mundo, en especial los alimentos.
Ahora bien, entre los principales sobrecostos están los de los insumos y materiales para construcción, cuyos valores están creciendo muy por encima de la inflación, de suyo disparada. Para el sector de la edificación de vivienda, por ejemplo, existe el Índice de Costo de la Construcción, que describe la evolución mensual conforme a la ley respectiva; dicho índice está desbordado.
Para el año 2021, los precios que conforman los costos directos de construcción, en valor ponderado, crecieron por encima del 10%. Esta tendencia alcista se mantiene, poniendo en jaque el éxito histórico en pre ventas logradas (a precio fijo) sobre planos. Y es aún más grave para la vivienda social, porque el material que más se ha encarecido es el acero de refuerzo, que le pega durísimo a la estructura de costos de este tipo de construcción. El propio DANE confirmó que el componente de hierros y aceros con variación anual superior al 40% es el de mayor encarecimiento.
Semejante logro de pre vender en 2021 cerca de 230.000 unidades sobre planos (de las cuales el 70% eran viviendas sociales), debe encontrar una salida para que se haga efectiva la construcción de estas viviendas y para que se cumplan los objetivos de la reactivación económica y del empleo trazados de forma adecuada por el Gobierno Nacional. El apetito por adquirir vivienda se mantiene con creces y es un gran beneficio para el pre comprador, que lo hace a precio fijo.
Así como se hizo con el acero, temporalmente se pueden eliminar aranceles de insumos que no se fabriquen en Colombia o que su producción no cubra la demanda local. De forma paralela, esta crisis nos obliga a ser creativos, a profundizar alternativas constructivas con sistemas livianos donde el peso de la estructura se aminore, requiriendo además cimentaciones más sencillas que consuman menos refuerzo estructural. Es perentorio apuntalar la construcción de más viviendas.